investigar en el campo supone penetrar en un escenario y ver lo que (realmente) ocurre en su contexto...

Friday, August 25, 2006

el campo de estudio de la etnografía virtual no es (sólo) el ciberespacio...

La división entre “la cultura de Internet” e “Internet como artefacto cultural” puede llevar a confusión en algunas ocasiones. Esto ocurre especialmente cuando el campo de estudio se proyecta a todo el hacer etnográfico. Es decir, cuando se habla de hacer etnografía virtual en sentido lato.
La noción de campo en la etnografía virtual es un componente en evolución. Los primeros teóricos se negaban asumir la red como contexto etnográfico. Sencillamente no admitían el carácter cultural de Internet. Tras superar esa visión y pasar por una fase balbuceante, se llega al momento actual que parece dominado por la idea de “mediación” (Beaulieu, 2004). Aplicado a la noción de campo, el planteamiento de la mediación se aleja de las definiciones basadas en conceptos geoespaciales o reticulares y se centra en los hechos y fenómenos socio-culturales posibilitados por los artefactos tecnológicos en diálogo con los humanos.
Una vez asumido que Internet puede ser un campo de estudio como cualquier otro (Hine, 2000), se trataría ahora de determinar los posibles contextos donde llevar a cabo una etnografía virtual. Para ello, es clarificadora la afirmación de Hammersley y Atkinson (1994) sobre la localización de la etnografía:
“La etnografía puede y tiene lugar en una amplia variedad de lugares: pueblos, ciudades, vecindarios de la ciudad, fábricas, minas, granjas, tiendas, oficinas de negocios de todo tipo, hospitales, teatros de operaciones, prisiones, bares, iglesias, escuelas, institutos, universidades, agencias tribunales, tribunales de justicia, tanatorios, capillas funerarias, etcétera” (p. 97).
Pues bien, si se añade la sentencia “en Internet” a continuación de cada lugar citado, se obtendrán otros tantos campos de trabajo para la etnografía virtual. La distinción para la etnografía virtual estará, más bien, en el “trabajo de campo” y no en el campo en sí, que ya ha sido definido como virtual y aceptado como territorio susceptible de acoger y generar elementos culturales. Es decir, las distinciones principales remiten al terreno de la acción antes que a la localización. Al fin y al cabo la etnografía no (sólo) es descripción, sino comprensión. No es (sólo) relato sino diálogo. Y no es (sólo) presencia, sino conocimiento profundo. El etnógrafo/a lleva a cabo un proceso singular cuando trabaja en el terreno virtual con el fin de descubrir y elicitar valores y prácticas culturales profundas que son propias de los individuos o grupos sociales que habitan el campo.
Pero, volviendo al comienzo y retomando la sentencia que da título al post, el siguiente es un argumento que se suele emplear al hablar de etnografía virtual:
“Las nuevas formas de comunicación permiten nuevas puestas en escena de intereses comunes. Este escenario perfecto es el de Internet, el ciberespacio. Para realizar etnografía convencional es necesario identificar un contexto etnográfico. En este sentido debemos tratar al espacio virtual como nuestro contexto de análisis. La etnografía virtual debe tratar al ciberespacio como una realidad etnográfica”.
Voy a analizar esta sentencia desde dos ángulos. La noción de “captura” y la noción “comparativa”.
Junto a la mediación, Beaulieu (2004) introduce el componente de captura para referirse a aquellos extractos conversacionales susceptibles de consideración para la etnografía. Estas capturas pueden ser textos, imágenes, o videos, tal y como refleja en su artículo. Con todo, lo esencial aquí es la renuncia a la consideración holística de la red, como un todo. Del mismo modo que la etnografía clásica se ocupa de una escuela y no de todas las escuelas de un país o del sistema educativo entero, la etnografía virtual no puede tomar el ciberespacio entero como su campo de trabajo.
Empleando una argumentación particular, Daniel Miller & Don Slater (2000) añaden:
“(…) para nosotros una aproximación etnográfica a Internet es la que ve la red como incrustada en un lugar específico que está igualmente en transformación (…) nuestra aproximación es etnográfica en tanto que usa la inmersión en un caso particular como base para la generalización a través de análisis comparativos (…) una aproximación etnográfica también es aquella que está basada en un compromiso a largo plazo y multi-facético con un escenario social. En ese sentido, somos relativamente conservadores en nuestra defensa de los cánones tradicionales de la investigación etnográfica. Esto es particularmente importante en la actualidad, cuando el término ‘etnografía’ se ha convertido en algo fascinante para muchas disciplinas” (en línea).
Poco que añadir. Si acaso retomar sus reflexiones posteriores acerca de los usos “forzados” de lo etnográfico: en los estudios culturales, en ocasiones la etnografía se emplea para realizar simples análisis textuales o para estudiar comunidades virtuales.
Por consiguiente, la idea de lo multi-situado o lo multi-local (Marcus, 2001) [Etnografía en/del ‘sistema’ mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal, Alteridades, 11 (22), 111-127], trabajando el campo en múltiples situaciones y localizaciones (físicas y virtuales), cobra fuerza cuando el espacio que se analiza es un espacio fluido (Castells, 2000). Pero, dejando de lado la presencia del investigador (ahora innecesaria de forma permanente), los rasgos idiosincrásicos de la red no deberían hacer olvidar el clásico método etnográfico “en construcción”.
Seguimos...

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