investigar en el campo supone penetrar en un escenario y ver lo que (realmente) ocurre en su contexto...

Saturday, December 02, 2006

publicación científica e Internet (how dissemination is becoming borderless)…

¿Cuánto de original debe ser un artículo para que sea publicado en una revista científica de prestigio? ¿Qué criterios rigen la originalidad de las ideas contenidas en los artículos publicados? ¿En qué nivel deben ser esas ideas novedosas u originales? Estas son algunas preguntas abiertas que surgen cuando se enfrenta el proceso de publicación en revistas científicas, en este caso en el macro-área de las ciencias sociales. Y son especialmente recurrentes cuando entran en escena de una forma transversal las posibilidades divulgativas de la Web. La cuestión es, ¿rompe lo publicado en la Web con la categoría de “original” aplicable a un artículo científico?
La metáfora del aula puede ser un punto de partida para analizar este fenómeno. Históricamente, “la academia” no veía problema en que los profesores-científicos divulgaran sus ideas procedentes de la investigación y la práctica profesional entre sus discípulos. De hecho, ese contenido novedoso que aportan los académicos en su docencia viene determinando la calidad pedagógica en las instituciones de elite. Así, por ejemplo, se supone que los estudiantes que reciben formación directamente de Jürgen Habermas en la Universidad de Frankfurt (Alemania), están en mejores condiciones de acceder a sus teorías (las viejas y las novedosas) que los que estudian en la Universidad de Oxford. Éstos últimos deberán esperar a leer los artículos de Habermas en prestigiosas revistas científicas, donde, entonces sí, podrán acceder al conocimiento “original” del maestro. Evidentemente, la originalidad de los artículos de Habermas siempre será parcial, puesto que existe un reducido grupo de personas, sus afortunados estudiantes y los investigadores que colaboran en sus trabajos empíricos, que conocen de primera mano las últimas reflexiones del autor. La lógica del aula puede trasladarse a las conferencias científicas, a los seminarios y a todo tipo de eventos científicos donde fluyen las ideas de un lado a otro esperando que alguien las capture y las empaquete en formato muy concreto: el de un artículo científico. Muy pocos han osado poner en cuestión este principio y todo el mundo parece estar a gusto con un sistema de publicación científica que es válido en la comunidad internacional.
Pero ahora han surgido nuevos elementos propios del ámbito estrictamente infraestructural que llevan a replantearse el modelo imperante. Lo nuevo es “lo digital”, que permite agrupar y empaquetar el conocimiento en formatos distintos al de un artículo científico convencional, y posibilita su difusión en soportes igualmente diversos, por ejemplo en la Web. Las reflexiones sobre este fenómeno son multidimensionales y con muchas y muy distintas derivadas de análisis.
Aquí me detendré en una derivada propia del campo de la representación en la investigación cualitativa. Cuando alguien sube a YouTube un performance fruto de la investigación y el análisis cualitativo está ofreciendo una sesión magistral a una audiencia global, está conferenciando y participando de un intercambio de ideas abierta a todo el mundo. En esencia, es lo mismo que hace un profesor en su clase, un congresista ante el aforo del teatro o un grupo de colegas discutiendo en torno a una mesa argumentos científicos sobre un fenómeno común. Desde esa perspectiva, no habría inconveniente en presentar a una revista de prestigio un artículo que re-interprete y re-presente en formato texto la video-performance. Pero, ¿es esto aceptable por la academia?
Seguimos…

Saturday, November 11, 2006

el impacto científico de la web…

El ‘performance’ científico cualitativo encuentra un campo de desarrollo natural en la Web, allí donde converge todo lo digital. Esta es una norma que no solo cumple en el caso de la ciencia preformativa, sino que, en general, puede ser aplicada al resto de áreas de conocimiento científico-social. Junto con el aspecto de la representación, el impacto científico de la web está provocando que se replanteen algunos de los principios clásicos de la difusión de conocimientos e investigaciones en “la academia”.
Tradicionalmente, cuando un autor presentaba un artículo científico a una revista de impacto lo hacía básicamente por dos motivos: (i) por mejorar su currículum y dar un impulso a su carrera profesional, y (ii) por ver reconocido su trabajo entre sus colegas. Pues bien, hoy en día, el impacto solo se refiere al primer nivel y está dejando de lado cada vez más el segundo. La primera medida de alguien que quiere reconocimiento a su trabajo no es ya acudir a revistas, sino buscar una proyección en la Web. De alguna manera, las claves de la promoción viral y basada en redes de proximidad-lejanía en otras áreas como la música o el arte, también se replican en el mundo científico. No es que ya no se lean revistas científicas. No es que no se referencien las citas de unos artículos en otros (este blog, por ejemplo, está plagado de referencias a revistas y libros). Lo que está ocurriendo es que, cada vez más, la fuente de inspiración, validación y contraste se encuentra fuera del ámbito de lo científicamente estructurado. Fuera de lo que la academia sigue aceptando como válido en este momento. Los debates son inexistentes en las revistas científicas e, incluso, lo son en las reuniones científicas donde los profesionales acuden a transmitir unas ideas que ya han sido definidas con anterioridad. Como en la música y las tendencias, el impacto, la influencia y el prestigio científico dependen del posicionamiento en la Web. También en la ciencia, la transferencia de los modelos de producción y transferencia se está llevando hacia la Web. Al ámbito abierto del ciberespacio.
Quizás el área donde este fenómeno se manifiesta con más fuerza sea en la ciencia social preformativa. Kip Jones acaba de enviarme un resumen de las entradas a sus últimas video-creaciones en Google Video.El título del e-mail es sugerente: ‘Kipworld videos on the web break 1,000 viewing mark’ (Los videos de Kipworld en la web superan las 1.000 visualizaciones). Este es el resumen:
"Fall River", 109 visionados, 2 descargas; "I Can Remember the Night", 313 visionados, 7 descargas; "The One About Princess Margaret", 155 visionados, 3 descargas; "Thoroughly Post-Modern Mary", 102 visionados, 8 descargas; BU PerformSocSci Masterclass, 52 visionados, 1 descargas; Bournemouth U Centre for Qualitative Research Conference Sept 2006, 164visionados, 3 descargas; Circles within Circles -Swansea, 109 visionados, 3 descargas.
En total: 1004 visionados y 27 descargas, en un tiempo de 3 meses.
Estos datos serían impensables en una revista científica convencional. Pero, lo más importante, ¿puede alguien pensar que esos vídeos no constituyen una fuente de inspiración para otros colegas como ningún oto trabajo en revistas científicas e, incluso, en muchos de los mejores congresos internacionales sobre métodos cualitativos?

Seguimos.

Monday, October 02, 2006

Workshop: Social Science in Search of its Muse...

Bournemouth University Centre for Qualitative Research
Supported by AHRC, Arts Council England, DTI and ESRC through the "Nature of Creativity" scheme presents four workshops in Performative Social Science
Social Science in Search of its Muse: Exploratory Workshops in Arts-related Production and Dissemination of Social Science Data

The Workshop Series will afford opportunities for participants to engage in hands-on experiences of working with concepts and tools from the arts and humanities in producing and disseminating research to wider audiences and/or in expanding teaching and practice—facilitated by artists, poets, performers and filmmakers. A series of four workshops over nine months will aim to expand the means of production and dissemination available to us to in order to move our work to new and more creative levels.

Workshop 1: "Stimulating creativity"
November 24th 2006
Facilitators: Drs Fran Biley and Tris Westwood

Workshop 2: "Songs without Words"
January 15th 2007
Facilitators: Megan Long, Ted Mackney and Dr Kip Jones

Workshop 3: "Visual Ways of Knowing"
March 7th 2007
Facilitators: Drs Amanda Ravetz and Rosie Read

Workshop 4: "Rhythm and Blues: Turning to the body"
May 8th 2007
Facilitators: Profs Carol Picard and Dawn Freshwater

# Who should attend the workshops?

We are looking for participants from a wide range of backgrounds—from researchers, students and teachers to artists and performers. These might include post-grad students, researchers, and practitioners from both the arts and sciences and from a wide variety of disciplines, including social science, media, healthcare, social care, business, the arts and education. We are interested in cross-pollination, from discipline to discipline and forming new alliances across borders. Imagination is the only prerequisite.

# How much will it cost?

The workshops are free and transportation costs will be provided, supported by the funding institutions. Workshops will take place from 10 am to 3 pm at Bournemouth, and lunch will be provided. Spaces are limited and will fill up fast!

Please email cqr@bournemouth.ac.uk for more details about the workshops and how to apply.

Sunday, September 24, 2006

de mapas y artefactos en investigación y representación cualitativa...

"Hace cuatro años, cuando tuve por primera vez un teléfono móvil con cámara integrada, descubrí una herramienta increíble que podía capturar fragmentos de realidad y además difundirlos de inmediato a través de aquel gigantesco megáfono que es Internet". Así abre un artículo imprescindible en Babelia, el suplemento cultural de El País, sobre el videoartista Antoni Abad, último galardonado en los Premios Ars Electrónica.
Las resonancias entre el arte y la ciencia ofrecen muchas posibilidades de representar significados en la investigacion cualitativa. Ésto, que es el centro de interés de la Ciencia Social Performativa, se pone especialmente de manifiesto cuando se emplean tecnologías digitales como herramienta de investigación central. Ese es el caso de un tipo de aproximación etnográfica que está más allá de la visión de las TIC como campo de estudio, y se ocupa de integrar a aplicaciones y artefactos (digitales y analógicos) en el proceso de indagación cualitativa. El propio Abad sintetiza estas ideas cuando afirma: "mis obras combinan arte y tecnología, tiene vertiente antropológica y sociológica".
Una segunda idea extraida del artículo procede de Canal Accesible, el trabajo que dió lugar al premio Ars Electrónica. Esa idea es la del mapa como forma gráfica de representación y acción. Según Abad, "con Canal Accesible se pasa de la descripción de la realidad a la denuncia y la reivindicación, que se materializa en un mapa, en permanente actualización, de los puntos negros de la Barcelona inaccesible: barreras arquitectónicas, dispositivos adaptados que no funcionan y casos de incivismo". La idea de mapear la realidad de acuerdo con los significados cualitativos que mantienen la tensión entre contexto y discurso construido en/a-partir-de-éste, es una forma de representación ciertamente potente. Google-Maps permite plasmar esta tensión en la Red y hacer accesible contexto y discursos a otros agentes interesados. También ciertos enlaces analógicos pueden apoyar la construcción: "Cada idea tiene su forma de materializarse (...) las exposiciones y el libro que se acaba de publicar deben considerarse enlaces analógicos al proyecto (...) en ciertos casos son más eficaces los medios analógicos", afirma Abad.
Seguimos...

Friday, September 22, 2006

"The One About Princess Margaret", by Kip Jones 2006



"Princes on the steeple and all the pretty people
They're drinkin', thinkin' that they got it made"
--Bob Dylan, 'Like a Rollin' Stone', Copyright 1965 Warner Bros, Inc.

[video-performance]

Sunday, September 03, 2006

el método de estudio de la etnografía virtual no consiste (sólo) en analizar las comunicaciones en un espacio virtual...

El método etnográfico ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo del tiempo. Cuestiones como la permanencia en el campo, las técnicas de investigación o la ética, directamente vinculada a la observación participante, han tomado valores diferentes con el paso de los años y a medida que han variado los contextos, preceptos epistemológicos o los marcos interpretativos en la investigación cualitativa. Ahora, con la etnografía virtual, hay una tendencia a asumir algunos principios metodológicos como preestablecidos. Ese es el caso de un postulado que viene a decir:
“La etnografía virtual asume una serie de estrategias de investigación, siendo la más empleada la de la aproximación a la comunidad desde la perspectiva etnográfica de la comunicación (por ejemplo, la aproximación etnográfica sociolingüística) para situar las reglas y regularidades que limitan el espacio del campo”.
A partir de ahí, o para llegar ahí, también se suelen asumir regularidades que van, desde acudir a las FAQ (preguntas frecuentes) de la comunidad virtual o recopilar los mensajes publicados en los foros, hasta realizar encuestas electrónicas o entrevista a través de correo electrónico. Ese es un tipo de investigación muy interesante desde el punto de vista social y cultural, ya que permite conocer la evolución y el estado actual de una comunidad virtual determinada. Desde ese enfoque, la comunidad virtual se toma como el campo de observación en el sentido bourdieuano [Véase Bourdieu, Pierre y Loic Wacquant, Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995], es decir, se trata de un espacio de juego determinado mediante regularidades de conducta y reglas aceptadas. Mediante el rastreo de los mensajes y conociendo las reglas que regulan la comunidad, el investigador puede acceder al comportamiento y la temática de esa comunidad virtual, a su visión, a las peculiaridades que la definen y la diferencian del resto. Igualmente, aplicando la perspectiva de Hymes es posible determinar las principales regularidades sociolingüísticas que, desde un punto de vista cultural, son básicas para explicar los comportamientos en comunidades virtuales basadas en el intercambios de mensajes simbólicos en formato texto.
Esas estrategias son muy prácticas cuando se trata de hacer etnografía virtual, etnografía del ciberespacio. Sin embargo todas ellas pueden ser ampliadas de un modo más abierto cuando hablamos de hacer etnografía en/desde/con/entre Internet. Considerar Internet en un sentido etnográfico supone igualmente problematizar la tecnología que la soporta y hacerlo en el contexto de la sociedad donde se ha creado. Para Latour (2006), estamos viviendo en un mundo donde los vínculos sociales se establecen por medio de los significados que posibilitan artefactos construidos de forma artificial. Problematizar y mostrar extrañamiento ante la tecnología de Internet puede ayudar a convertir los métodos cualitativos de la entrevista y la observación en elementos centrales de una etnografía en/de Internet y sus fenómenos asociados. El objetivo entonces será el de gestionar las “anomalías” (Werner y Schoepfle, 1987) de Internet en su conjunto durante el período de investigación para hacer, a continuación, un análisis del contenido de los datos y representarlos de modo etnográfico. Y para ello será necesario emplear nuevos métodos adecuados a un campo así definido.
Es claro que la etnografía no consiste en una suma de métodos cualitativos, sino en la comprensión de una cultura haciendo uso de esos métodos de forma sistemática (científica). En el terreno metodológico, al etnografía virtual también necesita replantearse la “crisis del método”, pero de una forma específica. Puede que visitar foros, preguntar a los participantes y analizar listados de FAQs no sea suficiente para acceder a los códigos culturales de una determinada comunidad. Igualmente un tipo de análisis del contenido textual (el producto cultural de la comunidad) basado únicamente en la codificación y categorización, puede no ser del todo eficaz para comprender el sentido profundo de las comunicaciones. Del mismo modo que el cognitivismo y la etnología ayudaron en los años sesenta a la superación de la crisis del método en la etnografía, en la actualidad son otras los recursos metodológicos a disposición de los investigadores para acceder a las formas culturales vinculadas a la red. La crisis de los sesenta se apoyó en la etnología para ayudar al investigador a adquirir un conocimiento de la cultura que estaba estudiando para poder así intercambiar significados a sus interlocutores. Entonces se trataba de que ambos, investigador e investigado, compartieran los mismos códigos culturales para que entre ambos se pudiera dar un diálogo significativo para la investigación.
Pero, cómo conocer más profundamente una comunidad virtual, o una comunidad formada por personas que interactúan en el terreno de Internet y trasladas sus acciones también al campo de acción físico (como ocurre, por ejemplo, con la mayoría de comunidades de blogers). En otros post hemos hablado del constructivismo social (Gergen y Gergen, 2003) y la ciencia social preformativa (Jones) como respuestas epistemológicas y teóricas. En el terreno específicamente metodológico, el análisis de redes sociales puede ser un enfoque de amplio recorrido para la etnografía en/de Internet.
Veamos un ejemplo extraído del trabajo de campo en comunidades virtuales con finalidades formativas en torno a foros virtuales. En otro trabajo (Domínguez y Alonso, 2005, p.385) [Combined Evaluation of On-Line Learning Communities. En Méndez, A.; González, B; Mesa, J. y Mesa, J.A. (Eds.), Recent Research Developments in Learning Technologies, Badajoz (Spain), FORMATEX, pp. 384-389] comentábamos que:
“Determinados comportamientos con escaso potencial formativo en situaciones offline, demuestran ser decisivos para articular gran parte del conocimiento generado en un foro virtual. En nuestras observaciones hemos visto con frecuencia mensajes con un contenido irrelevante desde el punto de vista pedagógico que, sin embargo, adquirieren una importancia central dentro del foro, agrupando comunicaciones y generando debate y reflexión en torno a ellos. (…) la explicación a esas desviaciones en las contingencias y reciprocidades comunicativas en el ciberespacio –y otras encontradas en foros educativos, como la ausencia de relación entre número de mensajes emitidos y respuestas obtenidas o entre la tipología del discurso, más o menos estructurada, y la resolución de dudas en el grupo– no son resueltas adecuadamente en las [actuales] investigaciones de corte etnográfico, lo que lleva a buscar otros enfoques complementarios que permitan enriquecer el estudio pedagógico de las comunidades virtuales.
El análisis de redes sociales (ARS) está en condiciones de rellenar esa clase de lagunas. Fuera de los razonamientos positivistas, los métodos estructurales y de ARS permiten explicar en términos relacionales el peso de un mensaje dentro de la red de comunicación establecida en un foro virtual. Y también, considerando los atributos personales de los participantes, el ARS aporta claves relevantes que pueden explicar los procesos de socialización en una determinada comunidad. Tomados como nodos dentro de una red de comunicación, algunos mensajes en foros virtuales pueden analizarse por su contenido empleando técnicas de análisis de datos cualitativos ‘blandos’, pero su relevancia como parte de la matriz relacional de todos los mensajes al foro posee además una justificación en términos de centralidad, conectividad o grado de intermediación de ese nodo con los demás de la red. En ese sentido, al ARS no viene a interponerse a los métodos cualitativos clásicos, simplemente enriquece el análisis aportando informaciones sobre el estado de la cuestión que permiten reflexionar nuevamente acerca de los procesos –sociales o de aprendizaje– que tienen lugar en el seno del grupo.”
Esta aproximación también es citada por Anne Beaulieu (2004) en referencia a la no-subjetividad del etnógrafo. Beaulieu menciona el trabajo de Howard (2002), basado en el método de la “etnografía reticular”, que emplea al ARS para estudiar el cómo y los términos de las organizaciones hypermedia. Integrado en la etnografía este método hace posible que, por un lado el etnógrafo identifique los comportamientos más próximos en el conjunto de relaciones reticulares y, además, permite acceder a la distribución de las relaciones en el conjunto de la red. “El objeto del estudio [de Howard] se produjo aquí por abstracción de ciertos comportamientos o funciones individuales, y la representación de esos comportamientos en el campo es determinante. Los elementos de la interacción con los actores son modelados por la identificación de sitios de trabajo de campo a través del uso de procesos automatizados” (Beaulieu, 2004, p.149).
Estos enfoques novedosos aplicados a la etnografía virtual hacen que el centro de atención pase de la comunicación a la intermediación, y del análisis holístico del contenido a mediaciones concretas, como las que posibilitan procesos situados que dan lugar a construcciones sociales localizadas. En ese sentido, la etnografía virtual podría entenderse como una etnografía estructurada en torno a casos concretos dentro y fuera de la red, vinculados entre sí por medio de complejas relaciones mediadas por artefactos tecnológicos, de los que Internet solo sería uno más de ellos. Por consiguiente, resolver la nueva crisis del método etnográfico cuando entran en juego factores tecnológicos digitales, tendría que ver con afrontar y resolver con el uso de métodos de penetración, análisis y representación, la complejidad del entramado relacional que está implicando a sujetos y a máquinas al mismo tiempo.
Seguimos...

Tuesday, August 29, 2006

la etnografía virtual no estudia (sólo) los temas de los que tratan las comunidades virtuales...

Para analizar este tema voy a partir de lo avanzado en un post anterior: la etnografía virtual no trabaja (sólo) con comunidades virtuales… Este texto supone una ampliación de aquél, por lo que voy a resumir los argumentos empleados entonces:
# Por un lado, las conexiones sociales en lo virtual y en lo real son demasiado complejas como para afirmar que un grupo de personas con las mismas afinidades y que comparten tiempo y contactos a través de la red forman una comunidad. Esto se muestra en el estudio de Wellman et. al. “The Strength of Internet Ties: The internet and email aid users in maintaining their social networks and provide pathways to help when people face big decisions”, que informa de las interacciones en el contexto socioestructural de las personas entre las conexiones en el mundo físico y el virtual, y de cómo es posible encontrar vinculaciones entre ambos entornos en las formas de comportamiento social. En concreto, el estudio afirma que las personas con un mayor número de conexiones en el ciberespacio tienen también más éxito social en el mundo físico, medido éste en número de lazos de sociabilidad en el entorno próximo… lo que, por otro lado, lleva a Castells (2001), apoyado en Wellman, a hablar de un esquema propio de la sociedad de la información denominado “individualismo en red”.
# A este argumento se suma la teoría del actor-red de Latour (2005), que afronta las complejas relaciones en la estructura social. Latour habla de un tipo de pertenencia --análoga al concepto clásico de agregación social-- dada en torno a múltiples situaciones grupales y de las acciones como complejos entramados de interacción, donde los artefactos y los objetos tienen tanta importancia como los sujetos, ya sean éstos “actores” o “diana” de las acciones.
Pues bien, tras esta primera aproximación, ahora trataré de desmontar un tipo de planteamiento cerrado, en tanto que constriñe el campo de estudio de la etnografía virtual (o digital). Ese argumento se resume en una sentencia de este tipo:
“La mayoría de las comunidades virtuales se desarrollan alrededor de un tema, en este sentido las comunidades virtuales varían de acuerdo a lo que se dice y las formas de decir lo que se dice. La comunidad virtual es comparable con la noción de campo; un campo limitado por el tema alrededor del cual se estructura la comunidad. La etnografía virtual se encarga de estudiar esos temas de los que tratan las comunidades virtuales”.
Esa es una visión limitada que reduce las posibilidades del estudio cualitativo de la virtualidad. Por supuesto, el estudio de los temas que tratan las comunidades virtuales es apasionante [nota: un buen ejemplo de ello es el estudio de caso de corte etnográfico de Aceros (2006), “Ensamblar maquinas para construir sociedad” (título sometido a variación, tomado en notas de campo durante la ponencia “Subvirtiendo el orden informacional; siguiendo la pista de los hackers”, en el Workshop del IN3, Investigando el mundo digital; para un trabajo derivado, puede verse “Sobre el error como acontecimiento y el hacking como aprovechamiento creativo del mismo”), un estudio estructurado en torno a la idea de “proyecto” y siguiendo los pasos de los hackers en el ciberespacio y más allá del ciberespacio], pero ese no es el único objeto de la etnografía virtual.
Puede que el cambio de enfoque sea una cuestión de tiempo. Kuhn (1962) apunta que se necesita cierto tiempo para que las nuevas corrientes teóricas cristalicen y desplacen a los paradigmas establecidos. Ese proceso es dinámico y se da de forma constante, pero hay períodos de estabilidad en los que un paradigma es dominante. Si hay algún rasgo que caracteriza el momento actual es el de la fluidez, lo líquido, lo evanescente, lo inestable (Verdú, 2003). El cambio determina el devenir de los acontecimientos. La innovación está en la base de la sociedad de la información, de la que Internet es su materia prima (Castells, 1999-2005). Y eso hace que, en esta etapa, y especialmente en el área de la ciencia que estudia los fenómenos más vinculados a la innovación (social, tecnológica, metodológica), los paradigmas transcurran en períodos de tiempo más cortos. Un paradigma que veía (sólo o muy especialmente) el interior de Internet como objeto de estudio específico (la cultura de/en Internet e Internet como cultura en sí misma), con un tipo de estructura propia, integrada por comunidades estables, donde las personas comparten hábitos de comportamientos susceptibles de ser estudiados de forma particular, está dejando paso a otro caracterizado por una visión de la red y el ciberespacio como un fenómeno cultural complejo (Internet como artefacto cultural), cuya estructura se entrelaza con la de la sociedad física, donde una de las claves es la mediación, que puede ser estudiada desde múltiples aproximaciones, porque en su interior hay lugar para otros tantos fenómenos, compuestos, complejos, indefinidos y fluidos, y donde lo central no es definir el método, explicar los principios epistemológicos que hacen su estudio diferencial, o atender a las cuestiones de validez en el contexto de la ciencia social, sino averiguar los significados con los que se construyen las relaciones, encontrar sentido a los comportamientos, describir procesos, analizar trasformaciones y representar los datos de forma apropiada al medio y los elementos que han ocupado el campo de investigación.
En estos momentos se está produciendo esa transición. El cambio –-que a falta de un relato generacional, es más ‘de facto’ que justificado, o fruto de la reflexión y del consenso-- está dejando de lado las figuras que fuero ascendentes en el paradigma anterior. La madurez de Internet y la actual realidad del ciberespacio hace que algunos estudios clásicos que han sido centrales en el análisis de la cibercultura (por citar solo tres significativos, Turkle (1995), Agre y Schuler (1997) o el más reciente de Wilson y Peterson (2002) [The anthropology of online communities, Annual Review of Anthropology, 2002, 31: 449–67]) sean vistos hoy en día con cierta distancia. Los mismos Rheingold (1996), Smith y Kollock (ed.)(2003) (éste, si exceptuamos el capítulo, realmente notable, de Wellman y Gulia) y Jones (ed.)(2003), por citar a los autores más destacados, también corresponden a otro paradigma anterior. Esto no quiere decir que esas visiones no sean centrales y lo sigan siendo en el futuro. Son referencias científicas y entre ellas y los métodos actuales se dan múltiples conexiones. Por ejemplo, la visión literaria de Gibson (1984) no es puesta en duda como metáfora del ciberespacio. O, desde la ciencia, las aproximaciones de Escobar (1994), Castells (1999-2005) o Hine (2000) son hoy por hoy plenamente vigentes. Basan su vigencia en el lenguaje que emplean, el lenguaje de la ciencia básica, en estos casos, el de la antropología y la sociología. Es decir, hablan de desde territorios estables, esenciales. Estos y otros autores han puesto las bases de lo que hoy en día son los estudios sociales, culturales, económicos, educativos, (por ejemplo, en el terreno socio-educativo, la aproximación de Pierre Lévy a la cibercultra [Sobre la Cibercultura, Revista de Occidente, 206, junio 1998], lo virtual [¿Qué es lo virtual?, Barcelona, Paidós, 1999] y sus transferencias a lo educativo [Collective intelligent, Cambridge, Ma., Perseus Books, 1999] continúa siendo un referente), etcétera, basados en métodos cualitativos.
Pero esa visión se torna hoy distinta. Los textos de los autores de referencia no pueden ser hoy analizados del mismo modo que lo eran hace tres o cuatro años. Ahora las bases se han movido, porque la superficie sobre la que descansan es, por definición, inestable y compleja. En los ochenta no existía Google y no es hasta 2005 que se habla de la Web 2.0. Solo esos dos artefactos tecnológicos han dado lugar a cambios culturales tan profundos –-cambios culturales en el sentido dado, entre otros, por Latour (1988)-- que requieren de nuevos horizontes epistemológicos par ser interpretados.
Para finalizar, citaré un trabajo en la línea de los enfoques contemporáneos, basados en las corrientes científicas clásicas y que recurren a autores del pasado para planear nuevas aproximaciones. Ese enfoque no desecha las contribuciones pasadas, sino que les da una vuelta más para adaptarlas al actual contexto.
Para Budka y Kremser (2004) [CyberAnthropology - Anthropology of CyberCulture. En S. Khittel, B. Plankensteiner y M. Six-Hohenbalken (Eds.), Contemporary issues in socio-cultural anthropology. Perspectives and research activities from Austria, Viena, Loecker, 213-226) la (ciber)antropología, o la antropología de la cibercultura, trata sobre:
“las tecnologías y cómo éstas son construidas e implementadas en la sociedad y la cultura. En ese sentido, la ciberanptropología no es completamente nueva. Desde 1950, los antropólogos han investigado de forma creciente las tecnologías y sus particulares impactos en las culturas no-occidentales. Uno de los ejemplos más conocidos es el trabajo de Maurice Godelier (1971) [Salt currency’ and the circulation of commodities among the Baruya of New Guinea, en G. Dalton (ed.), Studies in economic anthropology, Washington, American Anthropological Association, 376-379] sobre los efectos de la introducción de hachas de acero en grupos indígenas de Papua Nueva guinea y Australia, pero como anota Escobar (1994), entre otros (por ejemplo, Pfaffenbenger, 1992) [The social anthropology of technology, Anual Review of Anthropology, 21, 491-516], uno no puede adaptar esas aproximaciones al altamente complejo sistema tecnológico en las sociedades y culturas ‘modernas’” (p.214).
Ese puede ser un punto de partida para las etnografías virtuales: las aproximaciones esenciales a la antropología. Pero, tras de esa sentencia, es igualmente preciso anotar objetos y ámbitos para el estudio. Budka y Kremser (2004, p.215) proponen los siguientes ámbitos para la etnografía, entre los que se incluyen, como no, las comunidades virtuales (el apartado donde incluyen esas referencias se titula “Los dominios etnográficos de la ciberantropología, lo que en sí constituye una declaración de intenciones):
(a) “Quizás el dominio más obvio para la investigación etnográfica puede situarse allí donde las TICs son producidas y usadas: desde laboratorios informáticos y empresas, proveedores de servicios de Internet (ISPs) y centros de diseño de realidad virtual, hasta hogares, escuelas y lugares de trabajo como áreas de recepción y consumo”.
(b) “Un segundo dominio está formado por el uso de TICs, como Internet, que conecta a millones de ordenadores y a sus usuarios. (…) [Dentro de las comunidades virtuales] Los etnógrafos pueden estudiar las diversas relaciones entre lenguaje, estructura social e identidad cultural que son producidas por la comunicación MEDIADA [n.d.t. subrayado nuestro] por ordenador”.
(3) “La ‘economía política de la cibercultura’ es otro de campo para el estudio etnográfico; éste investiga las relaciones entre ‘información’ y ‘capital’, así como las dinámicas políticas y culturales que la ‘información’ pone en movimiento”.
Budka y Kremser (2004) citan masivamente a Escobar (1994) y también a Daniel Miller y Don Slater (2000), dos de los pioneros actualizados. En este trabajo apuntan solo unos pocos casos de estudio etnográfico. Las posibilidades de hallar otros son tan amplias como la realidad sociocultural de Internet y sus aledaños. Como se ve, el campo de trabajo es amplio y va más allá de las comunidades virtuales. Solo queda que penetrarlo e interpretar el conocimiento en él y en su contexto.
Seguimos...

Sunday, August 27, 2006

Bono y la construcción simbólica de la realidad...

En la edición de ayer de The Guardian, viene una entrevista a Jeffrey Sachs que no tiene desperdicio. Se titula “Be here now” en un juego de palabras con el título del disco de Oasis y con lo oportuno de estar en China hoy en día --la entrevista se hizo en Beijing--, cuando ese país está poniendo patas arriba la economía mundial. El subtítulo dice mucho del contenido de la entrevista:
“Conocido por ser el economista preferido por la aristocracia del rock, el profesor Jeffrey Sachs ve a China como un modelo en la lucha contra la pobreza global”.
Sachs es uno de los tipos más influyentes del panorama internacional, es director del Instituto de Estudios del Mundo de la Universidad de Columbia (Nueva York, EE. UU.), profesor de desarrollo sostenible y de política y gestión de sanitaria en la misma universidad, y es también asesor especial para el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan. Últimamente ha escrito algunos best-sellers en economía-sociología, como la obra que motiva la entrevista “El fin de la pobreza. Cómo conseguirlo en nuestro tiempo”.
El motivo de traer a Sachs aquí es por la asociación de ideas que hace al tratar los temas más importantes de la agenda mundial. Sachs incluye en su visión aspectos tan centrales en la investigación cualitativa como los significados y lo simbólico. En sus análisis integra como elementos importantes a la cultura pop y a los representantes de la fama, actores, cantantes o escritores. “Hay un tipo de expertos –dice- que tratan de denigrar el mundo de las estrellas de cine y los cantantes de rock: están completamente equivocados”. Aunque esa visión no es novedosa (almenos en el contexto de España), puesto que ya la había resaltado Vicente Verdú en “El estilo del mundo” y, más recientemente, en “Yo y tú, objetos de lujo. El personismo: la primera revolución cultural del siglo XXI”, lo que hace Sachs es darle carta de naturaleza y colarla en las mesillas de noche de los mandatarios mundiales.
Digamos que autores como Sachs o Verdú tienen una visión simbólica del mundo que, al parecer, es la más importante en la actualidad por ser la que determina el devenir de los acontecimientos. La asociación es sencilla: los personajes que forman parte de la vida de las personas, con los que la gente desayuna, ve la televisión y se divierte, los mismos que configuran sus formas de vestir y de relacionarse, también están en condiciones de influir en sus etilos de comportamiento político y como ciudadanos. Lo nuevo es que investigadores como Sachs están dispuestos a llevar ese enfoque a la forma de intervenir en lo público desde la academia.
Veamos cómo se lleva esto a la práctica de la interpretación simbólica de la realidad [nota: aunque este análisis está próximo al interaccionismo simbólico, he de decir que en cuestiones sociológicas mi posición no está del todo definida y se encuentra en un punto intermedio entre éste enfoque, las teorías del conflicto (Kerbo, 2003) y el post-estructuralismo de Foucault], haciendo una interpretación del contenido de unas palabras de Bono y de la posterior anotación de Sachs. En una conferencia reciente, Bono describía cómo él, Sachs y el productor Bobby Shriver cruzaron el planeta “como un familia de perdices bajo los efectos de drogas psicotrópicas”. Qué significa eso, cuál es su interpretación simbólica (cualitativa). Sachs apunta: “Pienso que él tenía en mente las cosas deslumbrantes que ves. Es muy surrealista. En un momento puedes estar en un pueblo remoto en la zona más empobrecida del mundo. Entonces, ocho horas después puedes estar en el esplendor de la Quinta Avenida, o en un barrio fascinante de Londres, o en los pasillos del Congreso. Continúa siendo el mismo planeta. Es alucinante que esas diferencias existan, y que estén solo a unas horas de distancia entre sí”.
En efecto, cuando Bono habla de drogas está hablando del estado del mundo. Especialmente, cuando habla de drogas psicotrópicas hace referencia a un estado de alucinación derivado de los estímulos que proceden de los medios de comunicación y de la Red. También, como no, habla de las posibilidades de “viajar” y trasladarse en el espacio y el tiempo que permiten los alucinógenos. Así es cómo él se sitió tras recorrer el plantea y percibir de primera mano las desigualdades que llevan a la gente a morir de hambre o de obesidad según se apunte al norte o al sur en el mapa de ruta. Es por ello que decir psicotrópicos en lugar de marihuana en ese contexto, no es casual. Él sabe eso, conoce la jerga y transmite su mensaje de forma consciente. Lo hace además empleando el mismo lenguaje que la gente puede entender porque conecta con su cultura, la misma cultura que les mantienen alucinados en el día a día. Bono actúa como nodo de conexión con una red global de personas capaces de interpretar ese tipo de lenguaje simbólico. Esa es una simbología cargada de significados que, por tanto, puede mover conciencias.
Cuando Sachs presta atención a lo que dice Bono, o al sentido estético de los videos de Madonna, o a los actos públicos de Brad Pitt y Angelina Jolie (todos ellos amigos suyos y fans, por así decirlo, de sus teorías), lo que hace en realidad es mirar al mundo real a través de una mirilla. Está mirando al mismo lugar al que mira el resto de la gente, como hacían los personajes de la caverna de Platón. Lo que está viendo no es representativo de la sociedad, ni siquiera de las sociedades occidentales, porque la complejidad de éstas escapa a un análisis de este tipo (y de cualquier tipo, en realidad). Pero ese es el tipo de mirada que puede detectar la esencia de unos cuantos significados importantes para la sociedad. Está empleando una metodología cualitativa con la que entender la realidad para, a partir de ese punto, intentar transformarla.
Para temas de economía aplicada, a lo largo de la entrevista en The Guardian, Sachs da alguna pista del uso de esa visión en su quehacer cotidiano.
Emmm... la interpretación de qué llevó a Bono a elegir las perdices para su metáfora queda para otra ocasión.
Seguimos...

Saturday, August 26, 2006

apertura y experimentación en investigación cualitativa...

Vale. Como editor de la revista FQS, ayer recibí de primera mano los artículos publicados durante el mes de agosto. Hablaré de dos de ellos por ser especialmente interesantes para lo que me ocupa estos días. El tema de estos artículos ha coincidido justamente con una reflexión personal que me rondaba y que ayer compartí con Kip. Hace tiempo que pienso en hacer algunas aclaraciones sobre mis comentarios en este blog con el fin de ampliar y concretar la base de mis reflexiones. Las aclaraciones guardan relación con la libertad en la investigación cualitativa, las imposiciones academicistas y la necesidad de consensos.
Mi charla con Kip comenzó tratando el post del jueves de Edgar y su comentario sobre hacer tesis que aborden el fenómeno YouTube o Google-Video y las prácticas de la gente en esos espacios. Los comentarios de Kip sobre el tema provocaron en mí un efecto contradictorio en relación a las reflexiones que me rondaban los últimos días. En jerga termodinámica (creo que esa es la ciencia que so ocupa de esto), por un lado, hicieron que mis ideas entraran en resonancia y, por otro lado, disminuyeron la entropía en mi cabeza. Esa desconfiguración y posterior convergencia se relaciona también con lo que están suponiendo estos días en Bournemouth. Al comienzo pensé: escribir sobre etnografía es interesante, y este mismo diario me servirá de práctica de autorreflexión, como de hecho así está siendo. Pero hay un factor que no consideré, en lo que puede ser un “error de principiante”. El factor que no tuve en cuenta cuando llegué a aquí era que venía a un Centro dedicado a la investigación cualitativa. Es decir, un lugar que está pensando divergente y, además, quien me había invitado era un investigador que no se acomoda precisamente al mainstream de la academia. Yo estaba encantado con lo que eso suponía, pero no tuve en cuenta lo que realmente significaba. Y el resultado está siendo una re-construcción de las ideas iniciales con las que llegué aquí.
Siguiendo con mi conversación de ayer, cuando le plantee a Kip lo que Edgar había dicho en su blog, yo estaba partiendo, de alguna manera, de esquemas preconcebidos. Yo tenía en mi cabeza lo que realmente podía ser una investigación cualitativa sobre YouTube (por otra parte, también pensé que ya habrá unas cuantas por ahí en proceso). Partiendo de un enfoque abierto, incluso puse el ejemplo de investigar YouTube como argumento para plantear etnografías virtuales distintas. Y en esto. Claro –dijo Kip-, eso es lo que pasa con lo preestablecido. Lo que se ve constantemente es gente que plantea sus resultados de investigación como una justificación del método empleado. Los artículos en revistas son escritos para agradar a los colegas de una determinada corriente. Las innovaciones responden a necesidades de subsistencia y una pretendida reafirmación de la calidad del investigador ante sus colegas. Lo que realmente sería interesante saber de la gente que hace “Dancing duovideoplaybacks” (Edgar dixit.) es (trascribo y amplío algunas preguntas abiertas) el por qué lo hacen, cómo se integra esa necesidad de performance en los esquemas de valores culturales de los autores, qué tipo de recompensa sociocultural esperan conseguir (directa o indirectamente, consciente o inconscientemente), qué lógicas están detrás de ese tipo de comportamiento, qué anclajes tienen en otras formas de hacer performance, el proceso mismo de producción de un video y cómo se salvan las dificultades encontradas, porqué se elige YouTube y no Google-video u otras plataformas, etcétera. Lo que Kip estaba diciendo era que no importaba el método. El método en cuali es abierto y generativo por definición. Importaba conocer los significados culturales de las acciones emprendidas por esa gente. Interesaba, desde un punto de vista antropológico, acceder a los esquemas de significado que están detrás de los comportamientos para poder así comprender el mundo de esas personas. Eso puede hacerlo la investigación cualitativa, pero, ¿por qué entonces hablar de los métodos como algo cerrado?, ¿a quién, salvo a los puristas académicos interesa validar ese proceso de por sí generativo y novedoso en cada caso y, por definición, sometido a cambio y variación? [por cierto, aunque estábamos hablando de un campo de estudio en Internet, esa palabra raras veces aparecía… era sustituida por otras “clásicas” como cultura, negociación, diálogo, construcción, significados, comportamientos, valores, sociedad, etcétera].
Por supuesto, estas cuestiones habían superado con mucho mi planteamiento inicial de hacer una etnografía virtual “abierta” sobre esto. Y me estaban obligando a re-plantearme el significado de este diario mismo. Porque, de alguna manera, lo que yo estoy diciendo aquí es qué es aceptable y qué no lo es en el campo de la etnografía virtual.
Pues bien, en esas estaba cuando recibo el index con las publicaciones de agosto en FQS y comienzo a leer, mira tú por donde, este artículo:
Michael Agar (USA): An Ethnography By Any Other Name...
Estoy salvado, al fin veo de nuevo la luz. La intención de este artículo se puede trasladar a este diario, pero añadiendo el término “virtual” a la palabra “etnografía”. Se trata de establecer las bases para hablar de etnografía en relación a otras prácticas de investigación. Dos cosas me interesaron especialmente de este artículo. Una ortodoxa y otra heterodoxa. La primera –en la línea de lo que vengo escribiendo estos días- es la idea de establecer algunos puntos de consenso. Agar habla de los siguientes:
“Supongamos que la etnografía fuera un programa informático, quizá un juego. El programa posee distintos parámetros que un jugador puede fijar con distintos valores. (…) Aquí están unas cuantas [cosas relevantes] que se me ocurren:
# Control: ¿Cuánto de obligación tiene la etnografía? ¿Cuantas de las preferencias del etnógrafo hacen por estructurar los métodos? ¿En qué medida su personalidad le lleva a ‘hacerse cargo de’ antes que ‘dejarse llevar’ un poco?
# Enfoque: ¿En qué medida un etnógrafo se centra en un tema particular o en los diversos problemas que se presentan?
# Escala: ¿Hasta qué punto está un etnógrafo comprometido con el nivel fenomenológico de la experiencia? O ¿está él/ella interesado por los grandes niveles globales y/o por los pequeños niveles psicobiológicos?
# Eventos: ¿Qué período de tiempo y espacio pretende cubrir el etnógrafo? ¿Un evento particular en un lugar particular, en un extremo, o todos los eventos y situaciones de todos los miembros del grupo, en el otro?
# Situaciones asociadas: Eventos prolongados en el tiempo y distribuidos a lo largo del espacio. ¿Hasta cuándo se persiguen y son referidos en el tiempo y hasta cuándo son seguidos en su movimiento por el espacio?
[…]
# Previos: Lo ‘previo’ forma parte de la jerga tradicional en investigación social para referirse a las categorías y proposiciones previas que llevas contigo a la fase de estudio, categorías y proposiciones procedentes de alguna teoría de las que debes decir algo al final. Por ‘previo’, pienso, yo también entiendo todo el relleno que llevas contigo, incluido tu autobiografía, identidades, la historia personal que conforma lo que eres.
# Aportes: (..) ¿Qué has prometido o que debes aportar a la vuelta por el apoyo que has recibió para hacer el trabajo?
# Intereses: aquí me hago eco del trabajo de Jürgen Habermas sobre ‘Conocimiento e intereses humanos’ (1971). ¿Qué intereses abarcó este estudio? ¿Quién está pagando por ello y por qué? ¿Quién está haciendo esto y por qué? ¿Quién está participando en ello y por qué? ¿Qué intereses se están sirviendo en todos estos niveles?” (párrs. 35 y 40).
Mi trabajo de campo en este tiempo pretende hablar de la etnografía virtual de la misma forma en que estos parámetros pueden ser interpretados. Y, ¿cómo pueden interpretarse estos parámetros de forma que no sean tomados como prescripciones? Agar lo aclara a continuación:
“Los ocho parámetros no son triviales. Todo ellos son válidos para discutir y debatir. Todos ellos, de hecho, han sido y son tópicos en intercambios apasionados como los que he revisado al comienzo [del artículo]. [Se puede] Considerar el parámetro ‘eventos’, y recordar la pregunta común entre mis anfitriones, investigadores de la educación: ¿Es una etnografía de una clase una etnografía real? Por supuesto lo es. ¿Son otros tipos de ‘etnografías de la educación’ posibles? Por su puesto lo son” (párr. 42).
Ese es el sentido abierto que se puede hacer de las reflexiones en este blog.
Hasta aquí la ortodoxia. La cuestión heterodoxa, que me lleva a cuestionar muchos principios, parte de la siguiente sentencia:
“¿Es la investigación cualitativa realmente etnografía? No necesariamente, quizá ni siquiera lo es la mayoría del tiempo. Lo que está claro es que el término [cualitativo] obstaculiza más que ayuda a responder la cuestión de cómo puedes decir si algo es etnografía real”
(párr. 18).
Bien, a mí me gusta la investigación cualitativa. La etnografía solo me interesa como método. Lo que me mueve como investigador cualitativo son las preguntas formuladas anteriormente sobre los videos en Youtube… cómo afrontarlas… cómo obtener respuestas significativas culturalmente. Pienso que lo demás es secundario. Y si eso es lo que es etnografía, si es solo método, estructura y preceptos, entonces la etnografía es secundaria.
El siguiente artículo que aparece ene. mismo volumen de FQS es un crítica radical al anterior:
Wolff-Michael Roth (Canada): But Does "Ethnography By Any Other Name" Really Promote Real Ethnography?
Directamente ligado al texto de Agar, en este artículo Roth contradice punto por punto su visión. Sencillamente rechaza la posibilidad de hablar de etnografía real o no real. Su argumento rechaza de plano el planteamiento de Agar por considerar que está empleando métodos dentro de la etnografía para explicar lo que la etnografía es, con lo cual está ya tomando partido por una postura. Y es que Roth basa su crítica justamente en las posturas y posicionamientos científicos:
“Mi comentario acerca de los respetados y respetables antropólogos me lleva a otro punto importante. Para ser respetable y respetado, uno necesita estar dentro de las fronteras de aquello que distingue a la etnografía real de lo que está fuera y que, por tanto, no pertenece al club. Esta frontera es móvil, como cualquier académico, disciplinario y frontera nacional; se hacen guerras en torno a ellas precisamente cuando las fronteras deberían ser movidas, y quienes se apropian de la frontera dejan completamente de lado esa cuestión. Yo —aunque otros podrían disentir— leí el texto [de Agar] como si se tratara de una de esas guerras entre fronteras. De manera más general, podemos leer el texto de Agar de dos formas: (a) como un texto que expone algunos de las discusiones que han estado ocurriendo sobre lo que constituye la etnografía real y (b) como otro episodio de una guerra acerca de donde se colocan las fronteras de la etnografía real y las formas de investigar que solo claman por ser, pero en realidad no son etnografía” (párr. 7).
En fin, poco más se puede decir. Como reflexión personal, yo creo reafirmarme en la necesidad de definir métodos, pero me chirría aún más la posibilidad de colocar barreras al terreno de la investigación. Más aún en el caso de la investigación cualitativa, que abarca enfoques como la teoría del caos o la teoría de la catástrofe, ambas reseñadas como argumento por Roth.
Es por ello que me parece interesante aludir a lo que no “sólo” es en etnografía virtual. Porque eso incluye también aquello que se está matizando. Es eso, pero no sólo eso. Es eso y es también algo más. Y ese algo más, lo que está diciendo es: ¡hey! aquí hay una puerta abierta, veamos qué hay más allá. Veamos qué hay más allá en la etnografía y, también, veamos qué hay más allá en el terreno de la investigación cualitativa.
La idea cuando comencé este diario era determinar lo que no era etnografía virtual, porque mi experiencia me decía –especialmente tras asistir al Workshop del IN3, Investigando el mundo digital– que muchos investigadores se estaban apropiando del término con finalidades distintas a la de su sentido originario. Y lo hacen con una cierta intencionalidad. Esa tensión llega al punto de desvirtuar el sentido de la etnografía y pasarse a otros terrenos metodológicos clásicos que están, por así decirlo, menos de moda en el ‘mainstream’ académico. Métodos como la investigación acción participativa, los estudios de casos, la observación participante, la entrevista en profundidad, los grupos de discusión, cuando no, directamente, la intervención social, se emplean dándoles un sentido etnográfico que consiste, básicamente, en la presencia del investigador en el campo durante un tiempo y la descripción posterior de sus experiencias. Desde mi punto de vista, todos esos métodos son un avance en la investigación social, permiten separar el objeto de estudio de lo estrictamente mesurable y acercarlo al terreno de las experiencias personales y los significados atribuidos a esas experiencias, en lo que se ha llamado la ruptura con el positivismo. Yo y otros muchos investigadores los emplean con sus distintas variantes. Además yo soy profesor de intervención social y soy afín a métodos como los procedentes de la escuela crítica de Chicago, que defienden el compromiso del investigador en lo que está haciendo. El compromiso por untito de intervención que tienda al cambio y la mejora social, al progreso y la emancipación de colectivos marginados. La etnografía también recurre a muchos de los métodos de investigación citados para construir su corpus. Lo que ocurre es que todos ellos, tomados independientemente, no forman una etnografía. La etnografía no pretende transformar el mundo ni el empoderamiento de los colectivos. Tampoco pretende entrevistar a alguien o estudiar un caso. Si hace esas cosas es para comprender los procesos que están detrás de los hechos. Hacer uso de distintos métodos de investigación cualitativa, no es ni bueno ni malo en sí. Lo cuestionable de recurrir a la etnografía de forma indiscriminada es hacerlo como subterfugio para legitimarse en el terreno de la investigación cualitativa, dado el prestigio que parece gozar ese método en nuestros días.
Lo que los comentarios de Kip aportaron a esta reflexión es que en investigación cualitativa hay que comenzar por el final, es decir qué es lo que quiero averiguar y no cómo. Porque el cómo es abierto y sometido a variación durante el proceso. Una observación participante puede acabar en etnografía y una pretendida etnografía puede terminar siendo una investigación acción con propósitos de transformación social. Eso es justamente lo que hace interesante este paradigma y lo distingue del positivismo, preocupado por medir, validar, garantizar independencia, obtener representatividad… Lo que importa es el qué (qué significados, qué cultura, qué comportamientos y por qué, cómo hacer para mejorar o para evitar, etc.). Esas son las preguntas que mueven a los investigadores sociales. La legitimación de sus prácticas interesa sobre todo a “la academia”, y menos a la ciencia social cualitativa.
Seguimos...

Friday, August 25, 2006

el campo de estudio de la etnografía virtual no es (sólo) el ciberespacio...

La división entre “la cultura de Internet” e “Internet como artefacto cultural” puede llevar a confusión en algunas ocasiones. Esto ocurre especialmente cuando el campo de estudio se proyecta a todo el hacer etnográfico. Es decir, cuando se habla de hacer etnografía virtual en sentido lato.
La noción de campo en la etnografía virtual es un componente en evolución. Los primeros teóricos se negaban asumir la red como contexto etnográfico. Sencillamente no admitían el carácter cultural de Internet. Tras superar esa visión y pasar por una fase balbuceante, se llega al momento actual que parece dominado por la idea de “mediación” (Beaulieu, 2004). Aplicado a la noción de campo, el planteamiento de la mediación se aleja de las definiciones basadas en conceptos geoespaciales o reticulares y se centra en los hechos y fenómenos socio-culturales posibilitados por los artefactos tecnológicos en diálogo con los humanos.
Una vez asumido que Internet puede ser un campo de estudio como cualquier otro (Hine, 2000), se trataría ahora de determinar los posibles contextos donde llevar a cabo una etnografía virtual. Para ello, es clarificadora la afirmación de Hammersley y Atkinson (1994) sobre la localización de la etnografía:
“La etnografía puede y tiene lugar en una amplia variedad de lugares: pueblos, ciudades, vecindarios de la ciudad, fábricas, minas, granjas, tiendas, oficinas de negocios de todo tipo, hospitales, teatros de operaciones, prisiones, bares, iglesias, escuelas, institutos, universidades, agencias tribunales, tribunales de justicia, tanatorios, capillas funerarias, etcétera” (p. 97).
Pues bien, si se añade la sentencia “en Internet” a continuación de cada lugar citado, se obtendrán otros tantos campos de trabajo para la etnografía virtual. La distinción para la etnografía virtual estará, más bien, en el “trabajo de campo” y no en el campo en sí, que ya ha sido definido como virtual y aceptado como territorio susceptible de acoger y generar elementos culturales. Es decir, las distinciones principales remiten al terreno de la acción antes que a la localización. Al fin y al cabo la etnografía no (sólo) es descripción, sino comprensión. No es (sólo) relato sino diálogo. Y no es (sólo) presencia, sino conocimiento profundo. El etnógrafo/a lleva a cabo un proceso singular cuando trabaja en el terreno virtual con el fin de descubrir y elicitar valores y prácticas culturales profundas que son propias de los individuos o grupos sociales que habitan el campo.
Pero, volviendo al comienzo y retomando la sentencia que da título al post, el siguiente es un argumento que se suele emplear al hablar de etnografía virtual:
“Las nuevas formas de comunicación permiten nuevas puestas en escena de intereses comunes. Este escenario perfecto es el de Internet, el ciberespacio. Para realizar etnografía convencional es necesario identificar un contexto etnográfico. En este sentido debemos tratar al espacio virtual como nuestro contexto de análisis. La etnografía virtual debe tratar al ciberespacio como una realidad etnográfica”.
Voy a analizar esta sentencia desde dos ángulos. La noción de “captura” y la noción “comparativa”.
Junto a la mediación, Beaulieu (2004) introduce el componente de captura para referirse a aquellos extractos conversacionales susceptibles de consideración para la etnografía. Estas capturas pueden ser textos, imágenes, o videos, tal y como refleja en su artículo. Con todo, lo esencial aquí es la renuncia a la consideración holística de la red, como un todo. Del mismo modo que la etnografía clásica se ocupa de una escuela y no de todas las escuelas de un país o del sistema educativo entero, la etnografía virtual no puede tomar el ciberespacio entero como su campo de trabajo.
Empleando una argumentación particular, Daniel Miller & Don Slater (2000) añaden:
“(…) para nosotros una aproximación etnográfica a Internet es la que ve la red como incrustada en un lugar específico que está igualmente en transformación (…) nuestra aproximación es etnográfica en tanto que usa la inmersión en un caso particular como base para la generalización a través de análisis comparativos (…) una aproximación etnográfica también es aquella que está basada en un compromiso a largo plazo y multi-facético con un escenario social. En ese sentido, somos relativamente conservadores en nuestra defensa de los cánones tradicionales de la investigación etnográfica. Esto es particularmente importante en la actualidad, cuando el término ‘etnografía’ se ha convertido en algo fascinante para muchas disciplinas” (en línea).
Poco que añadir. Si acaso retomar sus reflexiones posteriores acerca de los usos “forzados” de lo etnográfico: en los estudios culturales, en ocasiones la etnografía se emplea para realizar simples análisis textuales o para estudiar comunidades virtuales.
Por consiguiente, la idea de lo multi-situado o lo multi-local (Marcus, 2001) [Etnografía en/del ‘sistema’ mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal, Alteridades, 11 (22), 111-127], trabajando el campo en múltiples situaciones y localizaciones (físicas y virtuales), cobra fuerza cuando el espacio que se analiza es un espacio fluido (Castells, 2000). Pero, dejando de lado la presencia del investigador (ahora innecesaria de forma permanente), los rasgos idiosincrásicos de la red no deberían hacer olvidar el clásico método etnográfico “en construcción”.
Seguimos...

Tuesday, August 22, 2006

a vueltas con lo performativo, el arte y la ciencia...

El post del otro día de Tiberio me dejó un tanto pensativo. Tiberio no es de la personas que hable por hablar. Más bien es lo contrario. Sus comentarios (a menudo divergentes) suelen partir de reflexiones meditadas y abordan los asuntos clave en cualquier conversación.
Qué tiene de arte la ciencia y qué de científico el arte es uno de esos temas recurrentes en cualquier manual de iniciación al diseño de investigación. Lo que resulta interesante es plantear esa pregunta a propósito de un método o estrategia concreta de investigación, como puede ser la etnografía. Para no aburrir, centraré mi reflexión en torno a solo dos textos sobre campos distintos de la etnografía. Esos textos aparecen en la tercera edición del Handbook of Qualitative Research editado por Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln y tratan temas bastante significativas. Evidentemente la selección es subjetiva y se justifica por mis propias afinidades en el terreno de la investigación.
En Critical Ethnography: The Politics of Collaboration, Douglas Foley y Ángela Valenzuela pretenden “subrayar las diferencias entre los ‘etnógrafos críticos’ que hacen crítica de la cultura académica, los que escriben estudios de política aplicada y los que se implican ellos mismos directamente en movimientos políticos” (p. 217). En el artículo se muestra que “no todos los etnógrafos críticos son políticamente activos. No todos generan conocimiento que es al tiempo teorizado/universalmente y practicado/localmente. No todos emplean la reflexión y los métodos de investigación colaborativos” (p. 217). Esto es así por varias razones –entre otras por la dificultad de llevar a la práctica una investigación etnográfica sin cruzar la barrera de la intervención directa y parcial--, una de las cuales plantea derivadas interesantes para el tema de la representación en investigación cualitativa. El artículo muestra que para aceptar ciertos métodos es preciso cambiar antes los esquemas de “la academia”. Foley y Valenzuela se toman a sí mismos y a su departamento en la universidad (Departamento de Antropología, Universidad de Texas, EE. UU.) como casos de estudio, para dar cuenta de lo arriesgado que es hoy en día caracterizar como críticas las prácticas políticas y metodológicas de los seguidores actuales de la corriente. Y ello porque, hoy por hoy:
“El problema para muchos etnógrafos críticos es que su conocimiento debe ser político [pero] de una forma académicamente aceptable. Consecuentemente, muchos académicos progresistas pasan buena parte de su tiempo escribiendo y publicando críticas culturales que satisfagan las demandas de la academia y de sus colegas” (p. 222).
Haciendo un paralelismo, resulta evidente la necesidad de que “la academia” y los agentes interesados adecuen sus métodos de evaluación de los resultados de la investigación no ya a la idiosincrasia de lo cuali, sino a las distintas formas de hacer investigación cuali. Lo preformativo no tendrá cabida en la investigación cualitativa hasta que la barrera de la evaluación (en sentido amplio) sea superada, al menos en el contexto español.
El segundo artículo traído a colación es Arts-Based Inquiry: Performing Revolutionary Pedagogy, de Susan Finley, referido a la “utilidad de las aproximaciones basadas en el arte cuando el objetivo es el activismo político” (p. 681). El artículo comienza con una cita de Norman Denzin (2000) [The art and politics of interpretation. En N. Denzin & Y. Lincoln (Eds.), Handbook of qualitative research, Thousand Oaks, Sage, 500–515], para quien la investigación basada en el arte puede contribuir a elaborar “una ética estética radical… [que] fundamente sus representaciones del mundo a partir de prácticas interpretativas que permitan desarrollar [entre otras cuestiones en boga] la crítica del racismo, la homofobia y la teorización del Tercer Mundo postcolonial”. La autora considera el uso de los medios tecnológicos en los movimientos sociales como creadores y soportes de esferas alternativas del discurso público. Su uso por parte del investigador conlleva trasladar su rol hacia una posición más artística y activa, que le permita participar en las representaciones, expresar las dinámicas relacionales y reducir los datos a una escenografía determinada. Ahora bien, el resultado perseguido no será, en ningún caso, una simple grabación multimedia, sino una performación social. Finley ha desarrollado últimamente sus ideas en dos trabajos muy sugerentes: At Home At School (AHAS) documentary: Ethics and power in using film in arts-based research y Whose Voice Is It?: The colonizing potential in creating social performances and participatory films, ambos presentados en el programa del Second International Congress of Qualitative Inquiry, May 4-6, 2006, University of Illinois.
Evidentemente no siempre estas ideas han de ser puestas en favor del activismo político –-aunque sea en ese campo donde muestran su mayor potencial--, sino que pueden emplearse igualmente en la investigación cotidiana.
Muy a propósito de ciertas noticias recientes en mi entorno, no deja de tener gracia el giro que sobre estas mismas cuestiones hacen Kath Fisher y Renata Phelps [Recipe or performing art? Challenging conventions for writing action research theses, Action Research, Vol. 4, No. 2, 2006, 143-164]. En su artículo estos autores trasladan las teorías performativas al terreno resbaladizo de la presentación de tesis doctorales basadas en métodos cualitativos. Hay una ruptura evidente entre lo que esas tesis teorizan y la realidad de su presentación, basada siempre en el “modelo-de-los-cinco-capítulos”: introducción comprensiva, revisión de la literatura, metodología, análisis y conclusiones. Pero,
“¿Qué hay de los estudiantes que han asumido la investigación-acción? ¿Son esas convenciones aplicables? ¿Puede hacerse encajar su proceso de investigación menos convencional en el recipiente de los cinco-capítulos y seguir siendo cierto en la práctica? ¿Están tomando un riesgo inaceptable por desviarse de lo convencional? ¿O pueden [mejor] escribir sus tesis más de acuerdo con el ‘arte preformativo’ que es la investigación-acción? (Dick, 2002) [Postgraduate programs using action research, The Learning Organization, 9 (4), 159–170]”
A mi modo de ver, el uso de lo performativo y del arte en la investigación cualitativa trata de responder principalmente a estas cuestiones.
Seguimos...

Saturday, August 19, 2006

la etnografía virtual no busca (sólo) grupos más o menos homogéneos estén o no ubicados en contextos espaciales euclidianos...

La sentencia que titula este post es otro de los territorios comunes cuando se habla de etnografía virtual. Su desarrollo viene a decir algo así:
“En la red podemos encontrar grupos con intereses similares, es decir con características homogéneas que van mas allá de la cultura nacional o local. Estos grupos se congregan en una comunidad virtual y establecen colectividades con formas específicas de ver y de hacer. Para realizar etnografía convencional es necesario identificar un contexto etnográfico, y para hacer etnografía virtual habrá que tratar el espacio virtual como contexto de análisis y las comunidades como congregaciones humanas. La etnografía virtual debe tratar al ciberespacio como una realidad etnográfica”.
En efecto, la etnografía debe tomar el ciberespacio como una realidad en la que se pueden construir significados, generar identidades y establecer agrupaciones más o menos estables y con intereses compartidos. Pero, ¿acaso no es esto así, lo quiera o no la etnografía o cualquier otro método? Centrar el estudio etnográfico solo en esos aspectos conlleva dejar de lado la visión constructivista de la sociedad, según la cual los objetos que encontramos y describimos son nuestras propias construcciones de construcciones anteriores [de nuevo Jones (2006) cita a Heidegger como referente de este enfoque cuando habla de la doble hermenéutica presente en las ciencias humanas, que pueden entenderse como interpretaciones de las interpretaciones].
Pues bien, esa asunción del constructivismo social se ha visto reforzada tras la superación de la triple crisis de la etnografía (de la representación, la legitimación y la praxis) [Denzin, N., Interpretive Ethnography: Ethnographic Practices for the 21st Century, Thousand Oaks, Sage, 1996]. Rebasar esa crisis ha conllevado, en efecto, una serie de consecuencias que la etnografía virtual ha asumido ampliamente, entre otras: la no presencia continuada del investigador en el campo de estudio, el replanteamiento de la metodología de la entrevista, el papel de las notas de campo o la representación de los datos (todas ellas avanzadas ya por Hine en sus primeros trabajos [Virtual Ethnography, Sage, London, 2000]). Pero ello no quiere decir de ningún modo que el etnógrafo deba atender especialmente como “tema” etnográfico un grupo cultural o sociedad de pequeña escala interactuando en un ámbito como ciberespacio.
Algunos principios que Hine propuso en su obra de referencia se mantienen; otros han caído ya. A mi parecer, uno de los inmanentes e el que afirma que:
“Los límites no son asunciones a priori, sino que se exploran en el curso de la etnografía. El reto de la etnografía virtual consiste en examinar cómo se configuran los límites y las conexiones, especialmente, entre lo ‘virtual’ y lo ‘real’. [Y] este problema arrastra consigo la cuestión de saber cuándo detenerse, o hasta dónde llegar” (Hine, 2002, p. 81).
Internet es artefacto cultural, pero también es cultura; un tipo de cultura con múltiples estratos, con capas y trazas abiertas, que van más allá de lo virtual y penetran ampliamente en lo físico. La construcción del objeto etnográfico en el entorno de Internet es igual de amplia y de cerrada que lo es en las fronteras físicas. Sus objetos y campos pueden ser igualmente sustantivados tal y como se hace desde las aproximaciones más sociológicas cuando estudian las plazas, los cines, un hogar, etc. Para el estudio de esos contextos desde un enfoque “naturalista” se cuenta con el referente de la estructura sociocultural que los abriga. A partir de ella (y en diálogo con ella) el investigador plantea sus construcciones y significaciones. Obviar esto mismo en las etnografías virtuales conllevaría dejar de lado muchas de las razones que explican construcciones sociales y culturales del objeto de estudio.
Seguimos...

Thursday, August 17, 2006

practicando fenomenología y crítica reflexiva cinematográfica...

El visionado de una película puede ser interpretado de distintas formas. Una es la objetiva, que consiste en analizar y reconstruir las partes del film. Y también puede emplearse la fenomenología para encontrar en las conciencias de los espectadores (subjetivamente) lo que hay de real (objetivamente, cuando lo objetivo es construcción subjetiva) en ese acto. Ambas aproximaciones estuvieron presentes en la tertulia posterior a la emisión que Kip propuso esta mañana en el Mary Wollstonecraft Theatre de la Universidad de Bournemouth.
La película consistía en un cortometraje que narraba un día cualquiera de una señora en una residencia de ancianos. El personaje estaba inspirado en la abuela de la directora, en un momento crítico vivido durante la primera guerra que marcaría su vida. La primera escena se desarrolla en una sola toma y muestra a una joven que disfruta de una tarde de campo y escucha a lo lejos cómo, tras una breve trifulca, un disparo termina con vida de un hombre. A continuación esa joven es una anciana a la que trasportan en silla de ruedas por las estancias de una residencia, en lo que podría ser un día cualquiera en su vida presente. La cámara siempre enfoca la cara de la anciana en primer plano y solo recoge lo que sucede alrededor de forma lateral, en el poco espacio libre alrededor del rostro. Primero se pinta los labios de rojo para recibir la visita de su familia. Su hija, su nieto y un amigo de éste. Ese chico le recuerda a su hermano. El nieto habla con alguien por teléfono móvil lo que la descoloca. No entiende el aparato. En otra secuencia y en diferente estancia, los familiares se despiden. Es por la tarde y tratan de asearla mientras ella se opone furiosa. La dejan al lado del montacargas y piensa en huir. Se levanta y tras unos pasos es detenida. En el tiempo intermedio un pájaro se ha posado en el asa de la silla, entonces vacía. De nuevo sentada le ofrece a un cuidador cualquier cosa a cambio de que la lleve a casa junto con sus papeles. El hombre dice que lo que el quiere es nada. Por último, la cámara asciende por el tronco hasta la copa de los árboles del bosque donde la joven escuchó los disparos.
A continuación se abrió un turno para el análisis, la reflexión y la crítica. El objetivo era que cada uno extrajera conclusiones útiles para sus áreas de interés. En la sala no éramos más de 10 personas: investigadores en el campo de la fenomenología, sociólogos constructivistas, etnógrafas sociales, gente trabajando en teoría fundamentada, un tipo bastante friky que investiga las narrativas que posibilitan las tecnologías digitales y yo mismo, interesado transversalmente en la mediación socioeducativa en el ciberespacio y su análisis cualitativo (especialmente etnográfico). El coloquio tuvo dos polos: Kip Jones, como maestro de ceremonias y Les Todres, co-director del Centro de Investigación Cualitativa de la Universidad de Bournemouth. Aunque hubo otras intervenciones, lo que voy a transcribir es la visión de ambos.
Les ha trabajado especialmente la psicología fenomenológica y la psicoterapia integrativa, por lo que pronto derivó hacia ese terreno. Su interés hacia lo visto era múltiple. Por un lado estaba la posibilidad de trascender a los objetivos de la directora-guionista. Por qué había elegido esa historia y por qué había optado por un lenguaje visual tan particular, minimalista. La primera cuestión lleva a pensar en la trascendencia de la memoria vivida, que para Les es la memoria más profunda que existe. Ese recuerdo dramático incrustado en la anciana (la muerte de su hermano mientras disfrutaba de una tarde en el campo) también había trascendido a su nieta, que dedicó una parte material de su vida a representarlo. Una aproximación fenomenológica muestra, pues, cómo un hecho material se convierte en parte vivida en la conciencia de la directora que decide actuar en consecuencia.
Por otro lado, Les (y en esto coincidió con otros/as) introdujo la posibilidad de representar mediante trazas la vida de una persona y ello sin salirse del mismo cuadro visual. La película estaba hablando del pasado (los recuerdos trágicos) en lenguaje del presente (la vida actual de la anciana). Esa superposición de trazas, a modo de períodos históricos, interesó a más de uno/a. El mérito de la directora había sido emplear un discurso narrativo sencillo –sin recurrir al flash-back, por ejemplo–, nulos efectos y un solo enfoque, todo ello mientras se muestran varias historias a la vez, ocurriendo en momentos temporales muy distantes.
La visión de Kip fue la que corresponde a un moderador divergente. Interesado por la investigación social performativa y cómo ésta se lleva a acabo (incluso desde los aspectos de la producción), informó del bajo presupuesto del corto, de las ideas de la autora acerca de su obra y se detuvo en algunos guiños posmodernos: cómo la anciana se pintaba los labios para recibir a los familiares y cómo luego ese pintalabios no fue empleado pues ella recibió cariños, pero no los repartió; el papel de la tecnología moderna (el teléfono móvil del nieto), metáfora de los límites sociales entre generaciones; o la misma representación de la actriz protagonista (realmente brillante)... y el lujo que supondría contar con ese tipo de actores para hacer representación de investigaciones cualitativas...
“Espero que os haya servido para vuestros trabajos”, se despidió Kip.
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Tuesday, August 15, 2006

(re)presentando (ciber)etnografías (ii)...

Uno de los principios de la ciencia performativa tiene que ver con el mismo método que emplea. Según McCall (2000) [Performance ethnography: a brief history and some Advice, en N. K. Denzin y Yvonna S. Lincoln, Handbook of Qualitative Research, Londres, Sage, 421-435] las investigaciones de este tipo se caracterizan por mostrar en primer lugar los resultados del estudio y, solo después, discutir acerca del proceso. Los resultados no aportan información del proceso. Son aportes que plasman las representaciones y significados en la mente del investigador en diálogo con su objeto. En primer término la reflexión se produce en el terreno del investigador, pero en el momento en que éste muestra su producto es el sujeto observador/participante quién introduce sus propias significaciones. En palabras de Denzin (1997, p. 20)) [Interpretative Ethnography: Ethnographic Practices for the 21st Century, Thousand Oaks, EE. UU., Sage], “el propósito del investigador no es poner sucesivamente algo que ‘se parezca a la verdad’, más bien se trata de contrastar múltiples verosimilitudes, múltiples verdades”.
Llevado al terreno etnográfico, la aplicación de ese principio deviene en el uso del multimedia para ofrecer representaciones: cine etnográfico, experimentación etnográfica, (video)etnografía, etc. Un ejemplo excelente de ello aplicado a una entrevista biográfica puede verse en Jones (2006) ["I Can Remember the Night", performance inédita]:


[audio]

Desde luego, las representaciones culturales del ciberespacio son de otro orden. Simplemente, introducen las ya conocidas cualidades de la Web (interactividad, interoperatividad, sincronía/asincronía y demás) y convierten una performance en un medio de expresión enriquecido… por consiguiente, en un medio de (re)presentación enriquecido. En el terreno artístico existen multitud de modelos y métodos de producción con los que explorar para hacer (ciber)etnografías. Pero para la ciencia social es igualmente necesario fundamentar teórica y epistemológicamente sus prácticas.
La “estética relacional” (Bourriaud, N., Relational Aesthetics, Dijon, Francia, Les Presex du Reel, 2002) tiene algo que decir en ese sentido. El término “arte relacional” se refiere a una serie de prácticas artísticas que tienen su punto de partida teórico en las interacciones humanas y sus contextos sociales. “Para Bourriaud el arte está hecho del mismo material que los cambios sociales… Si los cambios sociales son lo mismo que el arte, entonces ¿cómo podemos representarlos?” (Jones, 2006).
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Friday, August 11, 2006

(re)presentando (ciber)etnografías...

“El cine etnográfico captura un lenguaje diferente al de la etnografía escrita, y por tanto constituye una importante herramienta de investigación, sin embargo, las formas escritas y habladas de investigación cualitativa tienden a hacer sombra a los medios visuales” (Catalán, 2006, par. 5).
¿Es posible hablar de webs etnográficas en la forma en que nos referimos al cine etnográfico? La respuesta es YouTube. YouTube (y otros sitios como él) permiten crear narrativas audiovisuales similares al lenguaje cinematográfico, pero con un grado de libertad mayor que enlaza con la cultura de la modernidad-digital.
Cuánto de grande sea esa libertad en la web y cómo hagan uso de ella los investigadores para generar narrativas etnográficas es la siguiente pregunta. De nuevo Laura Catalán (íbid.): “Las películas etnográficas no son únicamente la suma de etnografía y cine; como proceso de representación y como un producto de este proceso, la película etnográfica implica un lenguaje nuevo y diferente (…) En el caso de la técnica audiovisual, esta presencia [del investigador en el contexto] es extremadamente cercana y vívida, mientras que en el proceso de escribir la ausencia es mucho mayor debido a la distancia espaciotemporal.” Haciendo traslación directa de las palabras de Catalán al ciberespacio, se diría que las web etnográficas no deben ser simplemente textos a los que se le añade la retórica socio-antropológica de los estudios etnográficos. Veamos algunas derivadas interesantes:
# Por un lado, es cierto: más allá del texto existe un amplio plantel de opciones que lo digital ofrece al investigador. Ahora bien, para llevarlas a cabo hay que atender previamente a una idea que Joan Mayans deslizó en el Workshop: Investigando el mundo digital. Joan comentaba que para hacer etnografía virtual es preciso reflexionar --en un nivel de igual a igual con el resto de elementos-- sobre las paradojas de la tecnología en tanto que herramienta. Y ¿por qué es tan necesario desmitificar la tecnología? Según Mayans, sencillamente porque Internet es imprescindible para desarrollar el método de la etnografía virtual. Sin conocer las bases tecnológicas de la red no es posible entender los anclajes de las conductas en ese entorno. Ello requiere además alejarse del excesivo “sociocentrismo” de las clásicas aproximaciones en ciencias sociales, ya que no es posible (re)presentar o reflexionar de forma consciente sobre los datos obtenidos en una etnografía virtual haciendo uso de las herramientas de la Web sin conocer previamente la tecnología que hará posible esas representaciones.
# Además de conociendo de la tecnología, también es preciso integrar en el la web etnográfica otros elementos (esto, obviamente, es compartido por el cine etnográfico). Citando a Spradley (1980) [Participant observation, New cork, Holy, Rinehart, and Winston, 1980]: “el ‘sitio’ es uno de los tres aspectos de una ‘situación social’. Los otros dos aspectos son los ‘actores’ y las ‘actividades’ o la ‘acción’. Un sitio físico puede ser la base para una situación social en la medida en que los otros dos elementos estén igualmente presentes”. Parece que los sitios virtuales etnográficos necesitan también actores y actividades, y no solo un espacio virtual donde hacer cosas. Y de esto se ocupa la (ciber)etnografía performativa.
# Una última derivada es el papel del texto escrito, cuya presencia en la etnografía virtual puede justificarse recurriendo a los clásicos. Hammersley y Atkinson (1994) añaden a propósito de la afirmación de Geertz [The interpretation of cultures, NY, Basic Books, 1973] de que “los etnógrafos escriben”, “ (…) los etnógrafos hacen algo más que eso. Pero la escritura se encuentra en el centro de la empresa etnográfica (…) la disciplina de la escritura supone un conocimiento del trabajo materializado. No puede ser aprovechado y desarrollado mediante la pura reflexión.”
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Tuesday, August 08, 2006

a vueltas con la (re)presentación en investigación cualitativa...

La forma de presentar los datos en investigaciones cualitativas es un aspecto central a menudo soslayado. Esto, que afecta desde siempre a investigaciones en el campo físico, se vuelve especialmente crítico en los estudios cuali sobre/de/en/ el ciberespacio. El mismo Joan Mayans dio cuenta de ello en su etnografía sobre los canales de Chat [Ver “Género Chat. O cómo la etnografía puso un pie en el ciberespacio”]. Si no recuerdo mal, Joan optó por presentar compiladas las producciones verbales de los internautas tal y como habían sido generadas, en formato texto escrito y sin representación alguna. Para salvar la brecha con la realidad de los canales de Chat —en el modo en que los usuarios entendían esa realidad—, recurrió a una explicación previa muy clarificadora sobre la aportación de los emoticonos a la comunicación paraverbal.
La ciencia social “preformativa” aboga por trasvasar esa línea, para lo que recurre a la estética a fines de (re)presentar los datos obtenidos en la investigación. Dado que la realidad es una construcción social —e Internet lo es especialmente—, el compromiso con la verdad y el mismo valor de la investigación está en obtener una visión lo más ajustada posible a las representaciones que los sujetos, en diálogo con el investigador, hacen de los “temas” (puede que la terminología de los “temas” remita en exceso al método etnográfico, pero es apropiada a este caso) generados (inducidos) en el estudio. En mi opinión, este discurso, de claras raíces postmodernas, puede ser la base para representar igualmente los datos de investigaciones cualitativas en una modernidad-digital definida a partir de la estructura social-cultural de Internet y toda la parafernalia a su alrededor.
Tomaré un ejemplo clarificador de un artículo ya aludido de Kip Jones [Jones, Kip (2006). A Biographic Researcher in Pursuit of an Aesthetic: The use of arts-based (re)presentations in “performative” dissemination of life stories. Qualitative Sociology Review, Vol. II Issue 1, pp. 66-85]. Kip (re)presenta del siguiente modo los textos narrativos de una historia de vida:



Pero, ¿cómo se llega a ese nivel analítico? Kip explica su personal proceso inductivo: “Comienzo a construir un representación estética a través de una inmersión inicial en los datos y la subsiguiente discusión, con un espíritu colaborativo y de forma intuitiva. Por ejemplo, elijo un color en la paleta para cada período histórico que ella [la entrevistada n. d. r.] describe, y que es reflejo de una etapa (por ejemplo, la vida cuando era chica en las praderas del oeste: tonos terrosos; los años de la guerra: rojo y negro; los sesentas: colores sicodélicos calientes). También tomé una pista de la narración de Mary donde habla de un estilo de escritura particular desarrollado por ella misma” (Jones 2006, p. 77). Esta última trascripción sobre su el estilo de escritura de la entrevistada queda como sigue [puede verse la transcripción completa en Jones, Kip (2004, September). Thoroughly Post-Modern Mary [A Biographic Narrative Interview With Mary Gergen]. FQSorum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research [Online Journal], 5(3), Art. 18]:



Desde el enfoque de la ciencia performativa es posible pues representar los datos verbales (ya sean en soporte escrito o hablado) recurriendo a la estética gráfica, de manera se vea reflejada la construcción social a la que se alude.
En mi opinión, sería deseable recurrir a ese tipo de técnicas para (re)presentar datos de investigaciones cuali en el entorno del ciberespacio, a fin de lograr su mejor contextualización. Hasta donde se, siguiendo esta línea se está trabajando ahora con el multimedia digital y la estética del diseño gráfico como herramientas...
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